Mientras andábamos con la restauración de la pala, para la cual utilizamos una lámpara portátil casera, probamos a cambiar la posición de las luces. Y el resultado nos gustó mucho más que la iluminación cenital que hasta entonces tenía la galería (y que aún conserva la galería superior).
Pues nada, Tito y hecho: con el consejo de Tito y el material proporcionado por el Ayuntamiento, pusimos la nueva instalación. Una vez conectada (¡ooooh! ¡qué bonito!), nos dimos cuenta de que aún faltaba algo…
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Próximo capítulo... YA ESTAMOS TODOS.
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