Didáctica en el Nacimiento
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Siguiendo la tradición que el Belén de Salzillo impuso en la construcción de los nacimientos españoles; el nuestro también se puede considerar un belén de misterios. En este tipo de belenes son las escenas evangélicas las que se encargan de trasladarnos a los tiempos del nacimiento e infancia de Jesús. En torno a estas escenas se hace un recorrido narrativo por la unidad de la ciudad de Belén y el poblado de Nazaret, lugar donde discurre la infancia de Cristo.
El “Presepi” napolitano se ceñía a una credibilidad geográfica y temporal, representando solo tres misterios: la natividad, la Epifanía y la adoración de los pastores; escenas que se desarrollaban en un mismo marco geográfico: el portal-cueva próximo a la ciudad cuna de David. Además, las tres coinciden en un único momento en el tiempo, los primeros días de nuestra era.
El belén español, en cambio, sacrificará esta unidad espacio-temporal. En estos belenes no existe ningún inconveniente para situar en un mismo escenario la Judea de Belén o la Galilea de Nazaret. O que hechos tan alejados en el tiempo como la anunciación a la Virgen, la natividad, la matanza de los inocentes, la huida a Egipto o la infancia de Jesús, parezca que suceden en un mismo momento y a muy pocos metros de distancia.
El belén del misterio recoge una de las tradiciones más antiguas del catolicismo, la de enseñar por medio de la imagen. La forma de propagar el conocimiento del antiguo y nuevo testamento durante la Edad Media, cuando muy pocos sabían leer, fue por medio de las imágenes de piedra o las pinturas de las paredes. El belén retoma ese sentido pedagógico de la imagen, y resaltando el carácter narrativo de sus escenas, inicia en la vida de Jesús a cientos de jóvenes que desde sus primeros años se familiarizan con escenas y detalles sacados de los evangelios (lo mismo que hicieron los primeros conversos cuando contemplaban las escenas de los sarcófagos paleocristianos).
En el belén hispano no prima tanto lo anecdótico como sucede en la Italia napolitana; es el misterio de la natividad el verdadero “life motive” del belén hispano. La Natividad como origen de la redención se impone en el belén de misterios español y le confiere esa peculiaridad estética que tanto resaltaron autores como Américo Castro o Lafuente Ferrari: cualquier hecho artístico, no importa a que campo pertenezca, se ve impregnado por algo tan difícil de clasificar como es “lo español”.
Las fuentes iconográficas, recogidas en los evangelios, los apócrifos y la leyenda dorada, nos trasmiten la sucesión de hechos en torno al nacimiento y la infancia de Jesús. A lo largo de los años numerosos pintores y escultores han recurrido a estas fuentes para desarrollar las historias de sus obras, de la misma forma los belenistas basan sus escenas en ellas.
(Colaboración de F. Cuevas y C. Alonso)
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