Llegaron José y María a Belén. Como eran pobres y los alojamientos que hubieran podido estar al alcance de sus menguados recursos ya estaban ocupados por otros, venidos como ellos de fuera y por idéntico motivo, al no encontrar donde, tuvieron que cobijarse bajo un cobertizo público, situado según la Historia Escolástica, entre dos casas. Tratábase de un albergue o tenada que había en las afueras del pueblo en un sitio al que acudían los habitantes de Belén a divertirse los días de fiesta... Bien fuese que José preparara un pesebre para dar de comer a su asno y a un buey que había llevado consigo, o bien, como opinan otros, a disposición de los campesinos de la comarca para apiensar sus ganados cuando acudían a Belén con ellos los días de mercado, el caso es que en dicha tenada había un pesebre.
La Leyenda Dorada. La Natividad del Señor.
1
2
3
4
5
6
José y María llegaron a Belén un domingo. Aquel mismo día, al punto de la media noche, la Bienaventurada Virgen dio a luz a su Hijo, y lo reclinó sobre el heno del pesebre. Dice la Historia Escolástica que el buey y el asno respetaron el heno en que el Hijo Dios estuvo reclinado, que se abstuvieron de comerlo.
Los evangelistas sitúan al recién nacido en una cueva, acostado en un pesebre, y es así como solemos disponer la escena; dentro de una cueva en simbiosis con las rocas y la naturaleza y donde la nota humana viene dada por pequeñas construcciones como muros o pesebres.
En torno a esta escena se dispone otro de los misterios representativos del belén:
La Adoración de los Pastores
Reclinados en sentido oferente, los pastores, poseedores de la noticia del nacimiento de Jesús, ofrecen presentes al niño, en torno a la cueva de la natividad. Mientras, otros, todavía en procesión, se dirigen hacia el lugar.
Sobre la cueva se dispone la estrella que guió a los Magos hasta la ciudad de Belén.
(Colaboración de F. Cuevas y C. Alonso)
|